V Coloquio de estudiantes de filosofía UARM
Pueblo Libre, Lima, 23 de junio de 2015
Lic. Leonel Patricio Silva Montellanos Alumno de Posgrado Historia de la Filosofía, UNMSM leonel.silva@unmsm.edu.pe
Resumen
La filosofía de la mente es uno de los campos de debate más activos
dentro de la actividad filosófica contemporánea, siendo un ámbito teórico cuyos
inicios se hallan presente en ella, desde los orígenes de la modernidad. Siendo
que Descartes fue uno de los autores que abordó el problema a profundidad y con
rigor conceptual, creemos necesario precisar el alcance actual de sus
postulados.
Nos interesa, sobre todo: 1) delimitar el aporte teórico cartesiano a la
fundamentación de una filosofía de la mente, precisando su importancia
histórica 2) tomar conocimiento de los debates actuales que abordan dicho campo
de la filosofía y 3) sostener una crítica alturada y una posición conceptual
estable frente al estado actual de la cuestión.
Palabras clave: filosofía de la mente, historia de la filosofía,
cartesianismo, conductismo filosófico, funcionalismo, cognitivismo,
neurociencias.
Abstract
The philosophy of mind is one of the critical levels with more
activities within the philosophy works, now in day, it been a theorical zone
with its awakening since the beggining of modernity. If Cartesius was one of
the authors that think about that problema with deepness and conceptual
equality, we believe that´s neccesary to recognize the actuallity of his ideas.
It concerning to us, in basic way; 1) to define the cartesian
contribution to the grounds of Mind´s philosophy, precissely within his
historical importance. 2) take knowledge of contemporary discussions about this
philosophical theme and 3) To ground an critical actitude and conceptual
personal definition sustained among the actually question´s state.
Key words: Philosophy of mind, History of philosophy, cartesianism,
philosophical conductism, functionalism, cognitivism, neurosciences.
El alma, la mente… ¿Psicología o filosofía de la mente?
¿Cuál es la disciplina teórica que aborda de modo pertinente el problema
mente/cuerpo? En la medida que nuestros trabajos de investigación están
delimitados de manera histórico-filosófica, creemos que debemos recordar y
reconocer que ya en el magno Aristóteles[1], existe preocupación por esta
temática:
[1] En que se recorren minuciosamente las múltiples cuestiones con
que ha de enfrentarse el presente estudio en torno al Alma. Partiendo del
supuesto de que el saber es una de las cosas más valiosas y dignas de estima y
que ciertos saberes son superiores a otros bien por su rigor bien por ocuparse
de objetos mejores y más admirables, por uno y otro motivo deberíamos con
justicia colocar entre las primeras la investigación en torno al alma. (…) el
alma es, efecto, como el principio de los animales. Por nuestra parte,
intentamos contemplar y conocer su naturaleza y su entidad, así como cuantas
propiedades la acompañan: Aristóteles, (2011): 131
El estagirita aborda las preguntas pertinentes acerca de lo que la
tradición denominará Alma y que en términos contemporáneos, conocemos
como Mente, inaugurando la disciplina psicológica. Así, debemos tener en
cuenta, que las discusiones actuales en que se ocupa la filosofía de la
mente, tienen un lejano antecedente en el ámbito del mundo clásico,
continuando en el Medievo y así, por medio de la escolástica llegan a Renato
Cartesius. Nuestro autor, hombre de mundo francés y reflexivo será quien
establecerá en el siglo XVII, las bases de esta discusión y será él quien
guardará la continuidad conceptual, permitiéndonos el ubicar nuestro aporte en
la teoría (ciencia) y en la filosofía.
Pues bien, continuando con nuestra introducción, podemos señalar que: 1)
todo este debate ontológico y gnoseológico es metafísica en el sentido estricto
de la palabra y 2) recién, en nuestra época con el avance de las neurociencias
y el aporte de conductistas filosóficos, funcionalistas y cognitivistas en
permanente interacción es que adquiere rigor y validez epistemológica. Suponemos
que se nos puede interrogar en qué medida, un tema, ciertamente,
epistemológico, puede ser abordado desde una perspectiva histórico-filosófica.
Creemos, por nuestra parte, que no se puede desligar la ciencia entendida de
modo estricto, de su contextualización histórica; pues aun si existiese una
dimensión de esencias ideales puras, asumidas como reales, al modo platónico,
nosotros, los seres humanos, nos desenvolvemos en un mundo concreto constituido
por naturaleza, historia y psique y sólo en la medida que delimitemos el
quéhacer y fundamento de cada ciencia, podremos desarrollarla y enriquecerla.
Además, por principio antrópico[2]:
“Hay dos versiones del principio antrópico, la débil y la fuerte. El
principio antrópico débil dice que en un universo que es grande o infinito en
el espacio y/o tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida
inteligente se darán solamente en ciertas regiones que están limitadas en el
tiempo y en el espacio. Los seres inteligentes de estas regiones no deben, por
lo tanto, sorprenderse si observan que su localización en el universo satisface
las condiciones necesarias para su existencia. (…). Algunos, sin embargo, van
mucho más allá y proponen una versión fuerte del principio. De acuerdo con esta
nueva teoría, o hay muchos universos diferentes, o muchas regiones diferentes
de un único universo, cada uno/a con su propio conjunto de leyes de la ciencia.
(…); solamente en los pocos universos que son como el nuestro se desarrollarían
seres inteligentes que se harían la siguiente pregunta: ¿por qué es el universo
como lo vemos? La respuesta, entonces, es simple: si hubiese sido diferente,
¡nosotros no estaríamos aquí!”, Hawking, S., (1992):166-167
recordemos que el mundo funciona de la manera en que lo hace,
precisamente, porque nos encontramos nosotros los sujetos cognoscentes,
provistos de consciencia y con este recurso, comprendemos el mundo y elaboramos
herramientas intelectuales con las cuales construimos la sociedad y sus instituciones.
1. El Tratado acerca de las pasiones del alma.
Vigencia del aporte cartesiano:
1) delimitar el aporte teórico cartesiano a la fundamentación de una
filosofía de la mente,
La mayor crítica que se puede dirigir a las contribuciones teóricas de
René Descartes es señalar que más allá de su visión mecanicista, subsiste un
trasfondo metafísico idealista. Precisamente, el dualismo que propone el autor,
reconoce las limitaciones concretas de lo real pero otorga una incierta
condición a lo ideal, que en tanto que alma innata, espiritual e inmortal,
puede ser difícilmente abordada por una disciplina científica que se precie de
serlo. Este dualismo metafísico, tendrá relevantes consecuencias a través de la
historia del discurso filosófico moderno. O sea, la precisión metodológica que
pretende aportar nuestro pensador, genera, paradójicamente, cierto nivel de
incertidumbre en la medida que establece relaciones con aspectos no cuantificables
y si más bien cualitativos, de la existencia humana, tales, como la mente, la
conciencia, la racionalidad, etc. Creemos que para realizar una posterior
fundamentación de nuestros propios principios, creyendo interpretar de manera
correcta el legado cartesiano, debemos primero analizar a nivel lógico,
semántico, los conceptos empleados por nuestro autor, evitando las oscuridades
hermenéuticas y pseudo-humanísticas.
1.1 Mecanicismo de lo natural.[3]
Artículo II Que para conocer las pasiones del alma es preciso distinguir
sus funciones de las del cuerpo (…) Considero, después, también, que
no hay ningún sujeto que actúe más inmediatamente sobre nuestra alma que el
cuerpo al que está unida; y que en consecuencia, debemos pensar que lo que es
en ella una pasión es en el cuerpo una acción, de modo que no hay mejor camino
para llegar al conocimiento de nuestras pasiones que examinar la diferencia que
hay entre el alma y el cuerpo, a fin de conocer a cuál de los dos se deben
atribuir las funciones que se dan en nosotros.: p. 84 (…)Artículo III Que
regla debe seguirse para lograr esto (…) En lo que no se encontrará gran
dificultad, si se tiene en cuenta que todo lo que experimentamos que se da en
nosotros, y que vemos que puede darse también en cuerpos por completo
inanimados, no debe ser atribuido mas que a nuestro cuerpo; y por el contrario,
que todo lo que se da en nosotros sin poder concebir en modo alguno que pueda
pertenecer a un cuerpo, debe ser atribuido a nuestra alma.” Descartes, René: 84
El autor sostiene que en una dimensión real y contrastable, existe un
dualismo en el que coexisten la res cogitans (cosa pensante) y la res
extensa (cosa mensurable). Ambas dimensiones se hallan en permanente
interacción, siendo determinante la existencia del cuerpo –extenso,
mensurable—pues será en este objeto concreto definido que actuará determinada
alma o mente –que lo habita y le da sentido a sus vivencias, en tanto ser sano
e instruido--. Una vez reconocida la realidad natural como un mecanismo de
perfecto diseño, que en condiciones normales, realiza un buen desempeño, el
autor francés hace hincapié en el hecho de que aquello que no puede ser causado
por condiciones estrictamente materiales, debe ser reconocido como causado por
la dinámica interna del alma misma.
1.2 Innatismo de lo racional[4].
Artículo XXVII Definición de las pasiones del alma (…) Después de
haber considerado en qué difieren las pasiones del alma de todos sus restantes
pensamientos, me parece que se puede definirlas, en general, como percepciones
o sensaciones o emociones del alma que se refieren particularmente a ella y que
son causadas, mantenidas y fortificadas por un movimiento de los espíritus.
Artículo XXVIII. Explicación de la primera parte de esta definición. Se las
puede llamar percepciones en cuanto nos servimos generalmente de esta palabra
para explicar todos los pensamientos que no son acciones del alma o voliciones;
pero no cuando nos servimos de ella sino para significar conocimientos
evidentes, pues la experiencia hace ver que los más agitados por sus pasiones
no son los que mejor conocen, y que se cuentan el número de las percepciones a
las que la estrecha alianza que hay entre el alma y el cuerpo hace confusas y
oscuras. Se las puede llamar también sensaciones porque el alma las recibe del
mismo modo que los objetos de los sentidos externos, y no son de otro modo
conocidos por ella. Pero se las puede llamar mejor aun emociones del alma, no
sólo porque este término puede atribuirse a todos los cambios que ocurren en
ella, es decir, a todos los pensamientos que le vienen sino particularmente
porque, de todas las clases de pensamientos que puede tener, no hay otros que
la agiten y la conmuevan tanto como lo hacen estas pasiones.” Artículo XXIX.
Explicación de la segunda parte: Añado que “se refieren particularmente al
alma”, para distinguirlas de las demás sensaciones, que se refieren, unas a los
objetos exteriores, como los olores, sonidos y colores, y otras a nuestro
cuerpo, como el hambre, la sed, el dolor. Añado, además: “que son causadas,
mantenidas y fortificadas por un movimiento de los espíritus” a fin de
distinguirlas de las voliciones, que se pueden llamar emociones del alma que a
ella se refieren, pero que no son causadas por ella misma; y para explicar, por
último, su última y más próxima causa, que las distingue doblemente de las
demás sensaciones” Descartes, René: 100
Las pasiones del alma son para Descartes aquellos elementos que nosotros
podemos evaluar como pertenecientes a la dimensión intelectual, cognitiva, emocional,
es decir, a lo que vendría a ser, propiamente, el funcionamiento de la mente. O
sea: el funcionamiento correcto de una mente definida en medio de un mundo
concreto donde rige la intersubjetividad. Podemos señalar que en la medida que
se ha producido un avance en las ciencias, estos campos ya no son de
competencia exclusiva de la filosofía, sino que ciencias aplicadas como la
neurología, la psiquiatría, la psicología, etc., se viene ocupando de este
campo, por lo menos en los dos últimos siglos. Así, el rol de la filosofía es
–retomando un principio analítico wittgensteniano— “disolver los
pseudo-problemas” y permitir así la clarificación conceptual necesaria para
la obtención del conocimiento. Un efecto de ello, es que nuestro mundo actual
es en principio un mundo de racionalidad e inteligibilidad, de moralidad y
tolerancia, de valores y sentidos. La filosofía de la mente viene a
ocuparse de un vasto dominio de conceptos y paradigmas, en una labor que
sobrepasa al de las ciencias señaladas y que continúa con una tradición que se
remonta a los orígenes mismos del quehacer filosófico. Creemos que una sociedad
organizada con sentido altruista y humanista, esta debe continuar siendo la
labor de la filosofía; ciertamente, teniendo en cuenta la universalidad de los
conceptos y la historicidad de los contextos para que en un justo balance, se
pueda vivir una vida realmente humana.
1.3 Análisis e interpretación
Visto con la objetividad necesaria que nos otorga la distancia
histórica, sostenemos que en un mundo auténticamente real, más allá de las
creaciones de los mass-media y la propaganda, estas vienen a ser
preocupaciones realmente relevantes para la sociedad, en general y para los
individuos, en particular. Creemos que la labor intelectual a realizar es el fundamento
mismo de nuestra definición como seres humanos y que solo desde un punto de
vista crítico razonable y comprensible, podemos seguir abordando el quehacer
científico, sin despojarnos de la necesaria moralidad. No hacerlo, nos
deshumanizaría y el sentido de nuestra civilización estaría perdido.
2. Filósofos y científicos. El debate
contemporáneo:
2.1 Conductistas filosóficos[5].
“En realidad, el conductismo filosófico no es tanto una teoría sobre qué
son los estados mentales (su naturaleza interna) sino más bien una teoría sobre
cómo analizar o comprender el vocabulario que utilizamos para hablar sobre
ellos. Específicamente lo que se afirma es que, cuando hablamos acerca de
emociones y sensaciones y de creencias y deseos, no hablamos sobre episodios internos
fantasmales, sino que se trata de una forma abreviada de hablar sobre modelos
reales y potenciales de conducta. En su forma más fuerte y más directa,
el conductismo filosófico postula que toda oración acerca de un estado mental
se puede parafrasear, sin perdida de significado, por una oración larga y
compleja acerca de cuál sería la conducta observable que se produciría
si una determinada persona se encontrara en esta, o aquella o cualquier otra
circunstancia observable.” Churchland, Paul (1999): 46-47
Ubicándonos, ya, en la discusión contemporánea, debemos señalar nuestro
reconocimiento a los aportes actuales de la ciencia, realizados desde
perspectivas materialistas; reconocemos que en la actualidad, la mejor manera
de ser científico, pasa por asumir dicho materialismo y comprender que
la ciencia tiene una utilidad teórica que es indesligable de su utilidad
práctica: en otras palabras, el conocimiento precede a la acción, pues sin
establecer el marco conceptual necesario, se cae en el más burdo empirismo.
Señalamos esto, en la medida que comprendemos que solo asumiendo el
materialismo científico de nuestra época, podemos llamarnos, propiamente,
científicos y no numerólogos. Encontramos que esta es la manera más coherente
de fidelidad con el espíritu racionalista cartesiano pues en las condiciones
actuales y vigentes, la ciencia es lo experimentable y justificable, no por ser
verdad sino por ser justificación verificable. Creemos que no es posible
pasar por alto esta definición, tanto en género como en especie.
2.2 Funcionalistas[6].
Puesto que no estoy discutiendo a qué equivale el concepto de dolor,
sino qué es el dolor, en un sentido de "es" que exige la construcción
empírica de una teoría (o, al menos, la especulación empírica), no ofreceré
disculpas por proponer una hipótesis empírica. De hecho, mi estrategia será
alegar que el dolor no es un estado cerebral, no sobre bases a priori,
sino sobre la base de que otra hipótesis es más plausible. El desarrollo y la
verificación detallada de mi hipótesis sería una tarea tan utópica como el
desarrollo y la verificación detallada de la hipótesis de que el dolor es un
estado cerebral. Sin embargo, la postulación, no de hipótesis detalladas y
científicamente "acabadas", sino de esquemas para hipótesis, ha sido
por mucho tiempo una función de la filosofía. Argumentaré, en breve, que el
dolor no es un estado cerebral, en el sentido de un estado fisicoquímico del
cerebro (o aun de todo el sistema nervioso), sino otra clase enteramente
diferente de estado. Propongo la hipótesis de que el dolor, o el estado de
tener dolor, es un estado funcional de todo un organismo. La naturaleza de los
estados mentales. 2 ¿Es el dolor un estado cerebral?: Putnam, Hilary (2010): 4
Revisando este planteamiento, creemos que la multiplicidad de posturas,
dentro del debate teórico, sea filosófico, sea científico, constituyen
precisamente su riqueza. Si el funcionalismo se deriva de un espíritu nominalista,
no creemos que sea un motivo para desconfiar –de hecho, la ciencia vale en
tanto herramienta teórica de conocimiento y la filosofía es el soporte--. Si
con esta posición, nos vamos alejando del idealismo cartesiano, nos
veremos en la necesidad de precisar que nuestro cartesianismo no es idealista
–si por idealismo se entiende, ensueño dogmático—si no más bien, una fe
altruista en el conocimiento intersubjetivo y verificable, así cómo en la
crítica racional. Podría objetarse, que así, desnaturalizamos el cartesianismo
y sus posibles aportes tanto ontológicos como gnoseológicos a la filosofía de
la mente, pero más bien creemos, que solo precisando las áreas del quehacer
humano, distinguiendo el trabajo del estudio y los diversos aspectos subjetivos
de la vida humana en sociedad y civilización, le otorgamos a la ciencia y a la
filosofía su legítimo rol y sentido. Estas reflexiones nos reafirman en la
convicción de que el nivel mental de la existencia, o sea, los diversos
procesos cerebrales que constituyen el funcionamiento de la mente y que nos
distinguen de una bestia silvestre, solo pueden elevarse a la categoría de
problemas filosóficos si es que la filosofía misma ha alcanzado el status
de rigor y claridad que la discusión amerita.
2.3 cognitivistas[7].
Además, los científicos cognitivistas, al igual que los griegos,
formulan conjeturas acerca de los diversos vehículos del saber: ¿qué es una
forma, una imagen, un concepto, una palabra? ¿Y de qué manera se relacionan
entre sí estos “modos de representación”? Se preguntan acerca de la prioridad
que pueden tener determinados órganos sensoriales, por oposición a un
“entendimiento general” o “sentido común”. Reflexionan acerca del lenguaje,
advirtiendo el poder y las trampas que entraña el uso de las palabras, y su
posible influencia rectora sobre los pensamientos o creencias. Y especulan largamente
sobre la índole de la propia actividad del conocer: ¿por qué queremos saber,
cuáles son las restricciones que se nos imponen en esta actividad y cuáles los
límites del conocimiento científico acerca del proceso humano del conocer?
Definición y alcance de la ciencia cognitiva: Defino la ciencia
cognitiva como un empeño contemporáneo de base empírica por responder a
interrogantes epistemológicos de antigua data, en particular los vinculados a
la naturaleza del conocimiento, sus elementos componentes, sus fuentes,
evolución y difusión. Aunque a veces la expresión “ciencia cognitiva” se hace
extensiva a todas las formas de conocimiento (de los seres animados e
inanimados, de los humanos y de los no humanos), yo la aplicaré principalmente
a los esfuerzos por explicar el conocimiento humano. Me interesa saber si las
cuestiones que intrigaban a nuestros antepasados filosóficos pueden recibir una
respuesta concluyente, o debe reformulárselas de una manera más provechosa, o
desechárselas para siempre. Hoy en día, la ciencia cognitiva tiene la clave
para responder a esto. (…) “ Gardnerd, Howard (1987): 19-21
Ciertamente, nuestra postura como investigadores es más cercana al
planteamiento cognitivista. Hacemos esta precisión, para permitir el
reconocimiento de nuestros planteamiento y su ubicación en determinados
contextos meta-textuales. Habiendo hecho un repaso del conductismo filosófico y
del funcionalismo, reconocemos sus méritos y nos animamos a presentar nuestro
propio discurso. Participamos de la convicción de que es posible una muta y
fructífera interacción entre filosofía y ciencia. Creemos que solo desde la
historia de la filosofía podemos realizar una fundamentación de
cuestionamientos epistemológicos, siendo así, ambas disciplinas, disciplinas
complementarias. Esto nos lleva a precisar que así elaboramos un producto que
es de utilidad y necesidad social y que los problemas que surjan, serán
resueltos en la medida que se clarifiquen a partir de la ya conocido y
verificable. Hasta aquí hemos llegado siguiendo la vía propuesta por el
racionalismo cartesiano. Si hemos cumplido a cabalidad, es un tema que da
material para futuras discusiones.
3. Conclusiones
3.1 Crítica racional.
Creemos que la necesidad de argumentar y clarificar nuestra propia
posición frente al pensador francés, cuya lectura nos otorgo las bases para
iniciar la argumentación, nos lleva a ubicarnos en medio de una comunidad
académica y científica y que nuestro aporte, en tanto análisis, interpretación
y crítica es sólo el comienzo de una labor con la que estamos involucrados de
manera cotidiana. Sostenemos que este tema es clave para comprendernos a
nosotros mismos como seres humanos del mundo actual, con una historia, una
praxis social y una visión de futuro. Es nuestra aspiración, el continuar
investigando y contribuyendo a la construcción del edificio de la ciencia, no
sólo en nombre de determinada cultura, sino como compromiso con la civilización
y la justicia que toma forma de libertad.
3.2 Conclusiones preliminares:
Aceptamos que hacemos metafísica, entendiendo a esta como la ciencia de
las primeras causas y que como ya decía el gran Aristóteles, uno de los
elementos que vale la pena esclarecer y definir es aquello que denominamos alma
–en nuestro mundo contemporáneo: mente. Reconocemos la pertinencia
de las posibles críticas pues sólo dejando el espacio necesario para próximas
contribuciones –profundizando en la problemática que planteamos—podremos exigir
para nuestro aporte el reconocimiento de su condición de estudio, de reflexión,
de inteligibilidad. No está en discusión lo que Descartes afirmó o no afirmó,
sino su relevancia para la posteridad –actualidad vigente—y como las
discusiones actuales renuevan, descartan o descubren nuevas posibilidades de
enunciados y saberes.
Suponemos que se nos puede interrogar en qué medida, un tema,
ciertamente, epistemológico, puede ser abordado desde una perspectiva
histórico-filosófica. Creemos, por nuestra parte, que no se puede desligar la
ciencia entendida de modo estricto, de su contextualización histórica; pues aun
si existiese una dimensión de esencias ideales puras, asumidas como reales, al
modo platónico, nosotros, los seres humanos, nos desenvolvemos en un mundo
concreto constituido por naturaleza, historia y psique y sólo en la medida que
delimitemos el quéhacer y fundamento de cada ciencia, podremos desarrollarla y
enriquecerla.
3.3 Conclusión final
Reiteramos que la utilidad de nuestro aporte, al meditar sobre la obra
cartesiana, en tanto discurso teórico, desde la perspectiva que nos otorga la
historia de la filosofía, consiste en una toma de conciencia ante la
responsabilidad que como intelectuales asumimos, generando conocimiento,
produciendo teoría. Por una necesidad de objetividad científica, nuestra propia
subjetividad queda en suspenso y hacemos afirmación de enunciados abstractos,
formales pero que, como en el dualismo cartesiano y el ya señalado principio
antrópico, están profundamente ligados con lo real, pues sólo en la medida
que lo real es discutible en términos racionales, puede ser comprensible y así,
ambos ámbitos, lo real y lo ideal, constituyen una sola realidad,
a modo de síntesis y es así que nuestro entendimiento la aprehende y comprende.
Somos seres formados en categorías, pertenecemos a determinados niveles de
realidad y sentido, nuestras vidas se realizan en el uso del logos, de la
crítica y la reflexión. Esa contemplación teórica que tomamos de René Descartes
es su mejor legado, permanente, y presente en un discurso crítico y teórico que
se precia de ser tal, surgido desde Sudamérica y escrito en lengua románica.
Notas
1) Aristóteles: Tratado del alma
Versión on line: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2011/acer_alma.pdf (10/09/2015-16:45
pm)
2) Churchland, Paul: Materia y conciencia, Gedisa, Barcelona, 1999
3) Descartes, René: Tratado acerca de las pasiones del alma:
Versión on line:
http://23118.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/informacion_adicional/obligatorias/034_historia_2/Archivos/Descartes_pasiones.pdf (10/09/2015-16:46
pm)
4) Garnerd, Howard: La nueva ciencia de la mente, Paidós, Bs As, 1987
5) Hawking, Stephen: Historia del tiempo, Planeta-Agostini, Barcelona,
1992
6) Putnam, Hilary: La naturaleza de los estados mentales. 2 ¿Es el dolor
un estado cerebral? p: 4 versión on line: http://www.icesi.edu.co/blogs/experimentosmentales/files/2010/05/LA-NATURALEZA-DE-LOS-ESTADOS-MENTALES2.pdf (10/09/2015-16:47
pm)
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