V Coloquio de estudiantes de filosofía UARM
Pueblo Libre, Lima, 23 de junio de 2015.
Resumen
La filosofía de la mente es uno de los campos de debate más activos
dentro de la actividad filosófica contemporánea, siendo un ámbito teórico cuyos
inicios se hallan presente en ella, desde los orígenes de la modernidad. Siendo
que Descartes fue uno de los autores que abordó el problema a profundidad y con
rigor conceptual, creemos necesario precisar el alcance actual de sus
postulados.
Nos interesa, sobre todo: 1) delimitar el aporte teórico cartesiano a la
fundamentación de una filosofía de la mente, precisando su importancia
histórica 2) tomar conocimiento de los debates actuales que abordan dicho campo
de la filosofía y 3) sostener una crítica alturada y una posición conceptual
estable frente al estado actual de la cuestión.
Palabras clave: filosofía de la mente, historia de la filosofía,
cartesianismo, conductismo filosófico, funcionalismo, cognitivismo,
neurociencias.
Abstract
The philosophy of mind is one of the critical
levels with more activities within the philosophy works, now in day, it been a
theorical zone with its awakening since the beggining of modernity. If
Cartesius was one of the authors that think about that problema with deepness
and conceptual equality, we believe that´s neccesary to recognize the actuallity
of his ideas.
It concerning to us, in basic way; 1) to define the
cartesian contribution to the grounds of Mind´s philosophy, precissely within
his historical importance. 2) take knowledge of contemporary discussions about
this philosophical theme and 3) To ground an critical actitude and conceptual
personal definition sustained among the actually question´s state.
Key words: Philosophy of mind, History of
philosophy, cartesianism, philosophical conductism, functionalism, cognitivism,
neurosciences.
El alma, la mente… ¿Psicología o filosofía de la mente?
¿Cuál es la disciplina teórica que aborda de modo pertinente el problema
mente/cuerpo? En la medida que nuestros trabajos de investigación están
delimitados de manera histórico-filosófica, creemos que debemos recordar y
reconocer que ya en el magno Aristóteles[1], existe preocupación por esta
temática:
[1] En que se recorren minuciosamente las múltiples cuestiones con
que ha de enfrentarse el presente estudio en torno al Alma. Partiendo del
supuesto de que el saber es una de las cosas más valiosas y dignas de estima y
que ciertos saberes son superiores a otros bien por su rigor bien por ocuparse
de objetos mejores y más admirables, por uno y otro motivo deberíamos con
justicia colocar entre las primeras la investigación en torno al alma. (…) el
alma es, efecto, como el principio de los animales. Por nuestra parte,
intentamos contemplar y conocer su naturaleza y su entidad, así como cuantas
propiedades la acompañan: Aristóteles, (2011): 131
El estagirita aborda las preguntas pertinentes acerca de lo que la
tradición denominará Alma y que en términos contemporáneos, conocemos
como Mente, inaugurando la disciplina psicológica. Así, debemos tener en
cuenta, que las discusiones actuales en que se ocupa la filosofía de la
mente, tienen un lejano antecedente en el ámbito del mundo clásico,
continuando en el Medievo y así, por medio de la escolástica llegan a Renato
Cartesius. Nuestro autor, hombre de mundo francés y reflexivo será quien
establecerá en el siglo XVII, las bases de esta discusión y será él quien
guardará la continuidad conceptual, permitiéndonos el ubicar nuestro aporte en
la teoría (ciencia) y en la filosofía.
Pues bien, continuando con nuestra introducción, podemos señalar que: 1)
todo este debate ontológico y gnoseológico es metafísica en el sentido estricto
de la palabra y 2) recién, en nuestra época con el avance de las neurociencias
y el aporte de conductistas filosóficos, funcionalistas y cognitivistas en
permanente interacción es que adquiere rigor y validez epistemológica. Suponemos
que se nos puede interrogar en qué medida, un tema, ciertamente,
epistemológico, puede ser abordado desde una perspectiva histórico-filosófica.
Creemos, por nuestra parte, que no se puede desligar la ciencia entendida de
modo estricto, de su contextualización histórica; pues aun si existiese una
dimensión de esencias ideales puras, asumidas como reales, al modo platónico,
nosotros, los seres humanos, nos desenvolvemos en un mundo concreto constituido
por naturaleza, historia y psique y sólo en la medida que delimitemos el
quéhacer y fundamento de cada ciencia, podremos desarrollarla y enriquecerla.
Además, por principio antrópico[2]:
“Hay dos versiones del principio antrópico, la débil y la fuerte. El
principio antrópico débil dice que en un universo que es grande o infinito en
el espacio y/o tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida
inteligente se darán solamente en ciertas regiones que están limitadas en el
tiempo y en el espacio. Los seres inteligentes de estas regiones no deben, por
lo tanto, sorprenderse si observan que su localización en el universo satisface
las condiciones necesarias para su existencia. (…). Algunos, sin embargo, van
mucho más allá y proponen una versión fuerte del principio. De acuerdo con esta
nueva teoría, o hay muchos universos diferentes, o muchas regiones diferentes
de un único universo, cada uno/a con su propio conjunto de leyes de la ciencia.
(…); solamente en los pocos universos que son como el nuestro se desarrollarían
seres inteligentes que se harían la siguiente pregunta: ¿por qué es el universo
como lo vemos? La respuesta, entonces, es simple: si hubiese sido diferente,
¡nosotros no estaríamos aquí!”, Hawking, S., (1992):166-167
recordemos que el mundo funciona de la manera en que lo hace,
precisamente, porque nos encontramos nosotros los sujetos cognoscentes,
provistos de consciencia y con este recurso, comprendemos el mundo y elaboramos
herramientas intelectuales con las cuales construimos la sociedad y sus
instituciones.
1. El Tratado acerca de las pasiones
del alma. Vigencia del aporte cartesiano:
1) delimitar el aporte teórico cartesiano a la fundamentación de una
filosofía de la mente,
La mayor crítica que se puede dirigir a las contribuciones teóricas de
René Descartes es señalar que más allá de su visión mecanicista, subsiste un
trasfondo metafísico idealista. Precisamente, el dualismo que propone el autor,
reconoce las limitaciones concretas de lo real pero otorga una incierta condición
a lo ideal, que en tanto que alma innata, espiritual e inmortal, puede ser
difícilmente abordada por una disciplina científica que se precie de serlo.
Este dualismo metafísico, tendrá relevantes consecuencias a través de la
historia del discurso filosófico moderno. O sea, la precisión metodológica que
pretende aportar nuestro pensador, genera, paradójicamente, cierto nivel de
incertidumbre en la medida que establece relaciones con aspectos no
cuantificables y si más bien cualitativos, de la existencia humana, tales, como
la mente, la conciencia, la racionalidad, etc. Creemos que para realizar una
posterior fundamentación de nuestros propios principios, creyendo interpretar
de manera correcta el legado cartesiano, debemos primero analizar a nivel lógico,
semántico, los conceptos empleados por nuestro autor, evitando las oscuridades
hermenéuticas y pseudo-humanísticas.
1.1 Mecanicismo de lo natural.[3]
Artículo II Que para conocer las pasiones del alma es preciso distinguir
sus funciones de las del cuerpo (…) Considero, después, también, que
no hay ningún sujeto que actúe más inmediatamente sobre nuestra alma que el
cuerpo al que está unida; y que en consecuencia, debemos pensar que lo que es
en ella una pasión es en el cuerpo una acción, de modo que no hay mejor camino
para llegar al conocimiento de nuestras pasiones que examinar la diferencia que
hay entre el alma y el cuerpo, a fin de conocer a cuál de los dos se deben
atribuir las funciones que se dan en nosotros.: p. 84 (…)Artículo III Que
regla debe seguirse para lograr esto (…) En lo que no se encontrará gran
dificultad, si se tiene en cuenta que todo lo que experimentamos que se da en
nosotros, y que vemos que puede darse también en cuerpos por completo
inanimados, no debe ser atribuido mas que a nuestro cuerpo; y por el contrario,
que todo lo que se da en nosotros sin poder concebir en modo alguno que pueda
pertenecer a un cuerpo, debe ser atribuido a nuestra alma.” Descartes, René: 84
El autor sostiene que en una dimensión real y contrastable, existe un
dualismo en el que coexisten la res cogitans (cosa pensante) y la res
extensa (cosa mensurable). Ambas dimensiones se hallan en permanente
interacción, siendo determinante la existencia del cuerpo –extenso,
mensurable—pues será en este objeto concreto definido que actuará determinada
alma o mente –que lo habita y le da sentido a sus vivencias, en tanto ser sano
e instruido--. Una vez reconocida la realidad natural como un mecanismo de
perfecto diseño, que en condiciones normales, realiza un buen desempeño, el
autor francés hace hincapié en el hecho de que aquello que no puede ser causado
por condiciones estrictamente materiales, debe ser reconocido como causado por
la dinámica interna del alma misma.
1.2 Innatismo de lo racional[4].
Artículo XXVII Definición de las pasiones del alma (…) Después de haber considerado en qué difieren las pasiones del alma
de todos sus restantes pensamientos, me parece que se puede definirlas, en
general, como percepciones o sensaciones o emociones del alma que se refieren
particularmente a ella y que son causadas, mantenidas y fortificadas por un
movimiento de los espíritus. Artículo XXVIII. Explicación de la primera
parte de esta definición. Se las puede llamar percepciones en cuanto nos
servimos generalmente de esta palabra para explicar todos los pensamientos que
no son acciones del alma o voliciones; pero no cuando nos servimos de ella sino
para significar conocimientos evidentes, pues la experiencia hace ver que los
más agitados por sus pasiones no son los que mejor conocen, y que se cuentan el
número de las percepciones a las que la estrecha alianza que hay entre el alma
y el cuerpo hace confusas y oscuras. Se las puede llamar también sensaciones
porque el alma las recibe del mismo modo que los objetos de los sentidos
externos, y no son de otro modo conocidos por ella. Pero se las puede llamar
mejor aun emociones del alma, no sólo porque este término puede atribuirse a
todos los cambios que ocurren en ella, es decir, a todos los pensamientos que
le vienen sino particularmente porque, de todas las clases de pensamientos que
puede tener, no hay otros que la agiten y la conmuevan tanto como lo hacen
estas pasiones.” Artículo XXIX. Explicación de la segunda parte: Añado
que “se refieren particularmente al alma”, para distinguirlas de las demás
sensaciones, que se refieren, unas a los objetos exteriores, como los olores,
sonidos y colores, y otras a nuestro cuerpo, como el hambre, la sed, el dolor.
Añado, además: “que son causadas, mantenidas y fortificadas por un movimiento
de los espíritus” a fin de distinguirlas de las voliciones, que se pueden
llamar emociones del alma que a ella se refieren, pero que no son causadas por
ella misma; y para explicar, por último, su última y más próxima causa, que las
distingue doblemente de las demás sensaciones” Descartes, René: 100
Las pasiones del alma son para Descartes aquellos elementos que nosotros
podemos evaluar como pertenecientes a la dimensión intelectual, cognitiva,
emocional, es decir, a lo que vendría a ser, propiamente, el funcionamiento de
la mente. O sea: el funcionamiento correcto de una mente definida en medio de
un mundo concreto donde rige la intersubjetividad. Podemos señalar que en la
medida que se ha producido un avance en las ciencias, estos campos ya no son de
competencia exclusiva de la filosofía, sino que ciencias aplicadas como la
neurología, la psiquiatría, la psicología, etc., se viene ocupando de este
campo, por lo menos en los dos últimos siglos. Así, el rol de la filosofía es
–retomando un principio analítico wittgensteniano— “disolver los
pseudo-problemas” y permitir así la clarificación conceptual necesaria para
la obtención del conocimiento. Un efecto de ello, es que nuestro mundo actual
es en principio un mundo de racionalidad e inteligibilidad, de moralidad y
tolerancia, de valores y sentidos. La filosofía de la mente viene a
ocuparse de un vasto dominio de conceptos y paradigmas, en una labor que
sobrepasa al de las ciencias señaladas y que continúa con una tradición que se
remonta a los orígenes mismos del quehacer filosófico. Creemos que una sociedad
organizada con sentido altruista y humanista, esta debe continuar siendo la
labor de la filosofía; ciertamente, teniendo en cuenta la universalidad de los
conceptos y la historicidad de los contextos para que en un justo balance, se
pueda vivir una vida realmente humana.
1.3 Análisis e interpretación
Visto con la objetividad necesaria que nos otorga la distancia
histórica, sostenemos que en un mundo auténticamente real, más allá de las
creaciones de los mass-media y la propaganda, estas vienen a ser
preocupaciones realmente relevantes para la sociedad, en general y para los
individuos, en particular. Creemos que la labor intelectual a realizar es el
fundamento mismo de nuestra definición como seres humanos y que solo desde un
punto de vista crítico razonable y comprensible, podemos seguir abordando el
quehacer científico, sin despojarnos de la necesaria moralidad. No hacerlo, nos
deshumanizaría y el sentido de nuestra civilización estaría perdido.
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