martes, 10 de julio de 2018

La noción de ética en Ernst Tugenhadt. Un enfoque analítico-hermenéutico.


Seminario de Ética. Doctorado en Filosofía UNMSM 2018-I (10/07/2018)
Profesor: Dr. Raimundo Prado
Alumno: Mg. Leonel Silva Montellanos, 16037158

La noción de ética en Ernst Tugenhadt. Un enfoque analítico-hermenéutico.

                                                    Introducción

1.    Ethos y Polis

“La ética, considerada en sí misma, es primariamente personal. Es cada hombre quien, desde dentro de la situación en que, en cada momento de su vida, se encuentre, ha de proyectar y decidir lo que va a hacer. Entre las diversas posibilidades que sea capaz de concebir, para salir de cada situación, es él quien ha de elegir. Entre los diversos proyectos de vida que forje como hacederos, es él también quien ha de preferir. El quehacer de cada acto y el quehacer de la vida en su totalidad unitaria es a cada hombre, al “interesado”, como suele decirse, a quien incumbe. No sólo eso. Las “normas” o “modelos” de comportamiento y de existencia, conforme a las cuales decidimos “hacer” nuestra vida, han de ser libremente aceptadas por cada uno de nosotros para que el acto y la vida sean morales. Para ello deben pasar, previamente, por el tribunal de nuestra conciencia moral, que los calificará como “deberes”. Sólo cuando, de este modo, las hacemos nuestras e incluso nos las incorporamos por vía de hábito, puede decirse, en rigor, que nos hacemos responsables de ellas.”[1]
Ciertamente, la ética me acompaña desde que tengo la madurez emocional y el conocimiento intelectual necesarios para asumirme como responsable de mi libertad. No será otro individuo quien viva mi vida por mí, seré yo quien conduzca y fortalezca las orientaciones y bases de mi destino. En la medida que soy un hombre libre, he de construir las relaciones sociales en las que estará insertada mi existencia –obviamente reconociendo las condiciones objetivas como el tiempo y el lugar de nacer, que no han dependido de mi voluntad ni elección--.
Cabe señalar que si estoy en la circunstancia de tener pareja y formar familia, habré de asumir las respectivas responsabilidades como son la vida compartida, la necesidad de la manutención –para lo que habré de asegurarme un trabajo estable y digno--, y en general, el habituarme a la vida compartida, a los afectos y voluntades con los que he de convivir.
Por lo señalado, sólo podrá exigirse de mí, coherencia en los compromisos, si he aceptado mi responsabilidad con total libertad y conciencia. Es dicha libertad y conciencia, las que hacen de mí un ser moralmente capacitado, un ser libre y digno. El reconocimiento de los deberes para con los demás y conmigo mismo estará equilibrado con el reconocimiento de mis derechos por parte de la sociedad de la que formo parte como ciudadano pero ante todo, como persona.
Este sentimiento experimentado de la empatía y la solidaridad son los que garantizan mi condición humana que se hace real en tanto me comunica y me permite compartir con los demás. Es mi libertad y altruismo digno, aquello que me humaniza.
2.    Sociedad y Estado

“(…), la llamada “ética política” tendría por objeto enseñarnos cómo debe ser y organizarse la societas civilis y conforme a qué principios debe gobernarse, para que esta societas y este gobierno sean morales; esto es, para que satisfagan las exigencias de la “ética general”. (…) De acuerdo con tal racionalismo ético, se trata, pues, de la “construcción” de un arquetipo de Estado o Estado ideal, al cual debe ajustarse la realidad política. Se parte de la idea y, sin más, se demanda a la realidad que se acomode a ella. En algunos puntos –siempre accidentales—esta construcción del arquetipo no es impuesta unívocamente, con apriorística necesidad, sino que se admite la conveniencia “practica” de toar en consideración las “circunstancias”. Esto acontece, por ejemplo, en lo que se refiere a las formas de gobierno: aunque se sigue especulando, naturalmente, sobre cuál de ellas es, en absoluto, la “mejor”, se admite que, en determinadas circunstancias reales, sea otra “más conveniente”. Pero en definitiva el filósofo moral va perdiendo interés en los temas políticos, a medida que estos temas se van acercando a la realidad. Lo que a él le importa es la tesis, no la hipótesis (para emplear la terminología de la ética escolástica, referente a los problemas de relación entre la Iglesia y el Estado). Que esa tesis sea irrealizable o muy difícil de realizar es cuestión que a él le afecta muy poco. Tal imposibilidad o suma dificultad se encuentra en un plano, el de la realidad, que importa ciertamente al político, pero del que le filósofo, absorto en el “arquetipo” y la “Idea”, se desentiende tranquilamente.”[2]
La ética política es la dimensión social de mi conducta moral. Es el complemento inevitable de mi dimensión subjetiva en la medida que sólo ella me permite coexistir organizadamente con mis semejantes y participar del mundo del trabajo, de la dinámica económica, de la generación de conocimiento y en general, de los principios y beneficios de la vida en sociedad.
Incluso en mi caso, dado que soy ácrata y no creo en la necesidad impostergable del modelo de Estado-nación republicano; reconozco que debe haber un orden social estable, el cual debe estar asentado en el principio de libertad, experimentada de una manera horizontal, no autoritaria, surgida de la libre determinación de las colectividades y de los individuos que las conforman, reemplazando así el Estado autoritario –por definición—por una confederación sindical que organice la sociedad en base al trabajo y la libre asociación de productores/ trabajadores.
Ciertamente, A-cracia (sin poder autoritario; termino más preciso que “an-arche”: sin principio, equivalente etimológico de “nihilismo”: creer en nada) equivale a una reflexión permanente acerca de la moralidad y la ética que la sustenta. Acracia no es caos ni ausencia de intelecto; es un orden práctico y discursivo que nace del debate y aclaración de las ideas.
En términos concretos, siendo ácrata, vivo y coexisto en medio de una democracia republicana y parlamentarista: ello no contradice ni impide mi derecho a discrepar y sostener un modelo divergente de organización social y política.
3.    Ética, moral y etnocentrismo

“Quisiera recordar aquí ante todo la distinción habitual entre ética y moral: la primera es la disciplina filosófica que se ocupa, especialmente desde la Edad Moderna, de la fundamentación de las costumbres refiriéndolas a valores, normas o procedimientos de justificación, o de la justificación de los valores, normas o procedimientos mismos. En cambio, la moral tiene que ver con las propias costumbres, pero no en general sino en cuanto están relacionadas precisamente con ciertos valores, normas o procedimientos. No obstante, a veces se emplea la palabra moral en el sentido de ética. (…) Es probable que el origen occidental de la ética la haya llevado a configurarse como una disciplina etnocéntrica y, más precísamente aún, eurocéntrica. La noción de “etnocentrismo” fue propuesta por el sociólogo norteamericano W. G. Sumner en 1906; según este autor, toda unidad étnica tiende inevitablemente –por lo menos hasta cierto punto—a imponer su propia visión en relación con el “in-group” y con los “out-groups”. (…).  Por etnocentrismo yo quiero entender (Sobrevilla), la tendencia a suponer la propia perspectiva cultural como la privilegiada, si no la única, para considerar cierto problema o conjunto de problemas. Con frecuencia sucede que esta perspectiva diverge de otras por corresponder a una realidad distinta. En este sentido, cuando sostengo que la ética ha sido hasta ahora una disciplina etnocéntrica y, más precisamente aún, eurocéntrica, lo que quiero decir es: 1) que ella ha nacido del intento de fundamentar las costumbres e instituciones europeas, y 2) que en este intento la ética precedente se ha constituido como una perspectiva que pretender ser universal, pero que sólo tiene una pseudouniversalidad y no una universalidad genuina.”[3]

En palabras del profesor Sobrevilla, la moral preexiste a la ética, puesto que la ética reflexiona acerca del hecho moral, siendo así, una disciplina filosófica que se ha desarrollado desde el proceso de modernidad  occidental –modernidad que se mundializó a partir del descubrimiento y conquista de nuevos territorios a partir de fines del siglo XV.
Es decir, la reflexión moral ha sido una de las piezas fundamentales de la construcción cultural occidental. Y ahí viene el origen del problema que es un objeto, entre otros, de nuestra reflexión: el Etnocentrismo.
El etnocentrismo es un rasgo de toda cultura que pretende ser superior; esto es, mejor, que las demás culturas, algo que muchas veces va acompañado de nacionalismos, racismos, militarismos, fundamentalismos ideológicos y religiosos, etc.
Lo notable de este texto del profesor Sobrevilla, es que siendo el filósofo, reconoce las limitaciones del discurso filosófico occidental moderno que en su esfuerzo por justificarse y reafirmarse pretende ser universal, equiparando la noción de hombre, humano, a ser occidental, europeo. Si bien en términos de constitución de poderes fácticos (poder económico, industrial, militar, etc.) Europa y USA están a la vanguardia del resto del mundo, la misma dinámica de la discusión filosófica –en el ámbito de la educación—permite el surgimiento de voces y discursos divergentes en un proceso cada vez más intenso.

4.    La confusión entre tolerancia y relativismo moral
“(…) Aplicado al problema del reconocimiento y la aceptación de diversas formas de vida individuales o grupales, esto significa que del principio de tolerancia no es posible derivar la conclusión de que “todo vale”, para usar la conocida expresión de Paul Feyerabend. (…) Quienes sostienen, con razón, que una de las características fundamentales de la democracia es la tolerancia y al mismo tiempo afirman, erróneamente, que sólo se puede ser tolerante si se es relativista moral tienen también que inferir, erróneamente, que la democracia y los derechos humanos no pueden pretender vigencia universal. Ésta es una grave “confusión derivada” que enfrenta a quienes la sustentan con el falso dilema de ser tolerante (democrático) y entonces no poder formular una defensa mínimamente objetiva de la democracia, o bien pretender justificarla y entonces tener que abrazar la intolerancia.”[4]
Se aprecia aquí, una aparente paradoja: La máxima libertad posible requiere de restricciones que le den definición y le permitan configurarse de manera racional en el mundo social. Una postura pseudo-anarquista como la de Paul K. Feyerabend no resiste el más mínimo análisis, es prosa poética de mal gusto. Incluso desde una postura ácrata como la que personalmente sustento, se reconoce que hay límites para la acción humana: existe un bien universal, existe un mal universal; así mismo existe lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, como escala axiológica y ontológica; quienes defienden el liberalismo a ultranza y el posmodernismo irrestricto, son en el fondo seres provistos de moral reaccionaria que se esmeran en conservar sus privilegios.
5.    La conexión interpretativa entre derecho y moral
“(…) Cuando el proceso jurídico se inicia con actos lingüísticos prescriptivos podría ocurrir teóricamente que esos actos no se concretaran en un texto escrito sino en manifestaciones orales que se transmitieran, también, oralmente recurriendo a la memoria, hasta que, tal vez, algunos de los transmisores las recogiera por escrito. Una vez que se dispone de la manifestación oral o escrita del acto lingüístico prescriptivo, si tiene éxito da origen a la regularidad de conductas y actitudes constitutivas de una práctica social.”[5]
Este argumento es un alegato a favor del orden que representa la cultura del libro, del texto, de la escritura, etc. Definitivamente, una cultura ágrafa posee la respetabilidad de la tradición –lo cual es susceptible de crítica y revisión, por cierto—pero solo se alcanza el estadio de civilización en la medida en que existe ciencias naturales (física, biología) ciencias sociales (antropología, historia) y humanidades (filosofía, lingüística) La justicia racional no funciona en sociedades salvajes, bárbaras o ágrafas. Esta cultura de la información registrada permite la reproductibilidad del conocimiento y su consiguiente socialización.
6) Información para vivir
“Los seres vivos son entidades improbables y enormemente alejadas del equilibrio, sistemas frágiles e inestables que navegan contra la corriente, oponiéndose a la tendencia universal hacía la entropía, resumida en la segunda ley de la termodinámica. (…) Constituyen excepciones locales a la tendencia general al crecimiento de la entropía y el desorden. Tales sistemas sólo pueden surgir, mantenerse y reproducirse a base de detectar, procesar, almacenar y usar información. La existencia, por efímera que sea, de un ser vivo es casi un milagro, (…) Allí donde los cambios del entorno son lentos y a muy largo plazo, el genoma es el procesador más eficiente. (…) Los cerebros son capaces de registrar los cambios al instante, y de procesar la información rápidamente. (…) La cultura es la información que se transmite entre cerebros, es decir, la información transmitida por aprendizaje social.”[6]
Esta afirmación corrobora el argumento que justifica la necesidad de un orden fundacional en la vida social; sólo en el acuerdo libre y sensato, solidario y altruista puede definirse la libertad como expresión mayor de la vida humana. Es la vida humana, en cultura y elevación la que se opone a la nada final y al desastre inminente, esto es, la inevitable muerte. Para ello el ser humano cuenta con un desarrollo neurológico y lingüístico que le permiten manifestar su creatividad y empatía emotiva. Esta empatía también abarca lo cognitivo y así el ser humano se abre a la comunicación en sociedad e inteligibilidad. Esta capacidad es innata, indesligable de su actuar en el mundo y fundamento de solidaridad y conciencia.

Capítulo I. La noción de ética en Ernst Tugenhadt. Un enfoque analítico.

·         Planteo del problema:
“En la ética (…) se piensa que se va a encontrar una reflexión sobre los valores reducida a lo individual y lo intersubjetivo, y se teme que de todos modos aquí no se podrá averiguar nada de validez vinculante, a menos que se recurra a la tradición cristiana u otras tradiciones religiosas. ¿Es realmente lo ético lo decisivo en la vida social o lo son mas bien las decisiones de poder? Y, ¿no son estas las que determinan de hecho, las concepciones éticas de una época? (…) ¿no significa necesariamente un retorno a una ingenuidad hoy en día indefendible el que se quiera abordar la ética directamente y no desde una crítica a las ideologías?”[7]
No está demás señalar esta coherente defensa de la autonomía de la ética. Lo ético, en tanto libre, está por encima del dogma religioso y de las decisiones coyunturales de la política; pero dicha condición de legitimidad y primordialidad ni significa arbitrariedad ni justifica ofensas. Sólo desde la autoconciencia se puede elaborar un discurso sólidamente fundamentado que de un lugar reservado a la autocrítica y sólo desde ahí se puede construir una consistente crítica de los autoritarismos beligerantes que las ideologías enmascaran.
El juicio moral y la obligación moral
       “(…) Preguntamos, entonces, ¿cuándo es moral un juicio y cuando no lo es? Y esto quiere decir siempre: ¿Cuándo lo es desde la perspectiva del que juzga. Es decir: ¿Cuando tiene un significado moral? (un juicio puede ser moral para una persona de un ámbito cultural y no serlo para una persona de otro ámbito cultural). Se puede entender como una moral, el conjunto de juicios morales de los que dispone alguien o un grupo.”[8]
Podemos deducir, leer conceptualmente, que todo acto moral implica un sujeto cognoscente, reflexivo y responsable. Si este individuo socializa de manera correcta su libertad será solidaria con la de sus congéneres en un estado ideal de justicia y respeto; la misma sociedad necesitará de garantizar las libertades ciudadanas para mantener los standarts de armonía, paz y moralidad. Y será la educación la que habrá de formar, tanto en el hogar como en la escuela, la dimensión moral de la persona. De ahí la importancia entre educación, moralidad y civismo en un ambiente de salud y corrección.
      “Bueno” y “Malo”
¿Qué queremos decir cuando afirmamos simplemente que una acción o una manera de comportarse son buenas o malas? De modo similar a cuando se pregunta que significa afirmar de manera absoluta de una acción  o una forma de comportarse que no se puede o no se tiene que actuar así, deberemos incluir esta palabra en la clarificación general del empleo de estas palabras, es decir, de las palabras “buenos “ y “malo”.[9]
Maldad será aquello que vaya contra los principios universales de humanismo y decencia; por el contrario, todo aquello que reafirme la positividad y elevación espiritual será bondad y como tal ocupara un lugar especial en toda correcta jerarquía axiológica. Precisamente, la filosofía tiene como unos de sus roles el analizar e interpretar el lenguaje empleado para así llegar a definiciones que puedan ser asumidas como normas morales elementales y universales.
Fundamentación de la moral
       “He indicado en mi comentario sobre Hume(p.53) que lo  bueno en tanto objetivamente preferible no puede consistir todavía en que todos lo afirmen, puesto que aprobar y desaprobar no son simplemente un sentirse atraído o rechazado que sean iguales para todos, sino que la afirmación practica universal, si se entiende como aprobación, pretende ser justificada.” (…) Aquello que sirve como base a la aprobación en cuanto fundamento es la correspondiente concepción del ser-bueno “por eso” se puede decir entonces, “todos exigen que sea así”[10]
Es decir, la bondad no es algo que yo, impunemente, elija por capricho. La bondad me preexiste y define mi campo de acción en tanto pertenezco a una cultura y a una naturaleza, humanas. Al margen de la tendencia al desorden y violencia que se da en algunas personas –incluso provistas de formación intelectual y académica, lo cual no los libera de las psicopatías— la bondad siempre será uno de los más destacados valores humanos construidos con el esfuerzo de siglos y generaciones, teniendo como referente el ideal espiritual de la justicia, el respeto y el aprecio por lo noble e integro.
La concepción plausible de la moral
       “El fracaso de los intentos de justificación de los diversos planteos modernos podría indicar que la pregunta por la justificación de los diversos planteos morales es una quimera sino se la interpreta en sentido relativo, como ocurre con las concepciones tradicionalistas.”[11]
Si se habla de fracaso de los intentos de justificación secular y que esto llevaría a buscar la garantía de salud moral en fundamentalismos; estamos ante un contrasentido: lo correcto sería afirmar el fracaso de los fundamentalismos intolerantes y la reafirmación de la superioridad espiritual de la libertad de conciencia. Solo un régimen de tolerancia, respeto e inclusión –algo que va más allá de la presente “democracia” puede justificar y garantizar de ahí en adelante una correcta organización cívica y libre, realizada concretamente en asociaciones urbanas de trabajadores[12]
           Contractualismo
       “Podría parecer que las únicas posibilidades que tenemos son: o bien no tenemos como en el contractualismo, ninguna concepción del bien que sea preciso legitimar y aquello que se legitima es solamente el hecho de que la aceptación de un sistema de normas es buenas para el individuo.”[13]
Si bien mi postura ácrata es contractualista desde el momento que postula la libre asociación, la autogestión y el federalismo; aquí hay algo aún por aclarar: lo que distingue al pensamiento “libertarían” (liberal, democrático) de la postura ácrata sindicalista que yo sustento, es que para el liberalismo no hace falta hacer ninguna transformación radical de las estructuras sociales: ”al que le tocó más y mejor, pues que lo conserve y el que tiene menos o peor, solo le queda la resignación” Los ácratas postulamos la desaparición de un sistema basado en la injusticia y los privilegios de clase, enfatizando que nuestros recursos no son ni el terror ni la denominada “lucha armada”. Nos sublevamos ante 2500 años de autoritarismo, esclavitud y opresión. He ahí la verdadera ilustración, el rescate de la tradición de la divergencia.

      Tradicionalismo
“(…) O bien tenemos el concepto de “bueno” de manera gramaticalmente absoluta, y este, por su parte se puede justificar, a partir de un principio que a su vez no se puede fundamentar como en las concepciones tradicionalistas o también en las teorías intuitivas modernas (como la de Rawls), ya sea absolutamente como en el caso de Kant. La fundamentación absoluta no puede proceder de un principio superior, porque ello conduciría a un regreso al infinito, y, por esa razón, Kant la entiende a partir de la idea misma de fundamentación.”[14]
En tanto mi marco metodológico y conceptual es analítico-hermenéutico, todo mi trabajo teórico es una labor a de análisis y crítica. Sin embargo, en tanto pertenezco a una comunidad lingüística y cultural, y además, académica y profesional someto mi discurso al examen crítico de sus postulados por parte de mis interlocutores. Ello quiere decir que participo alturadamente de un debate académico e intelectual que tiene sus bases en los principios de la sociedad civil y es desde aquí que se ha de avanzar y progresar.
Bibliografía

·         (1999) ARANGUREN, José Luis: Ética y política, Biblioteca Nueva, Madrid
·         (2000) Garzón Valdés, Ernesto: Instituciones suicidas. Estudios de ética y política, Paidós Mexicana-UNAM

·         (1991) MOSTERÍN, Jesús: ¿Qué es la Cultura? (Ponencia), UNSA, IV Congreso Nacional de Filosofía

·         (1994) NINO, Carlos Santiago: Derecho, moral y política. Una revisión de la teoría general del derecho, Barcelona, Ariel

·         (2004) SOBREVILLA, David: Ética etnocéntrica y Ética universal, En: OLIVÉ, León (Compilador) Ética y diversidad cultural, FCE, México D.F.

·         (2001) TUGENDHAT, Ernst: Lecciones de ética, Gedisa, Barcelona.









[1] (1999) ARANGUREN, José Luis: Ética y política, Biblioteca Nueva, Madrid: 19

[2] (1999) ARANGUREN, José Luis: Ética y política, Biblioteca Nueva, Madrid: 28

[3] SOBREVILLA, David: Ética etnocéntrica y Ética universal, En: (2004) OLIVÉ, León (Compilador) Ética y diversidad cultural, FCE, México D.F.: 63-64


[4] (2000) Garzón Valdés, Ernesto: Instituciones suicidas. Estudios de ética y política, Paidós Mexicana-UNAM: 202
[5] (1994) Nino, Carlos Santiago: Derecho, moral y política. Una revisión de la teoría general del derecho, Barcelona, Ariel: 86

[6] (1991) MOSTERÍN, Jesús: ¿Qué es la Cultura? (Ponencia), UNSA, IV Congreso Nacional de Filosofía 7-8

[7] (2001) TUGENDHAT, Ernst: Lecciones de ética, Gedisa, Barcelona: 13
[8] (2001) TUGENDHAT Ernst (Ibid): 32-33
[9] (2001) TUGENDHAT, Ernst (Ibid): 48
[10] (2001) TUGENDHAT, Ernst (Ibid):63
[11] (2001) TUGENDHAT, Ernst (Ibid): 76
[12] Esto es una breve digresión basada en mi personal postura ácrata, pero me parece indicado el momento para formularla. Después de todo, la acracia es ante todo una propuesta moral anti-política –dirigida contra el poder en sí mismo, más allá de posibles rótulos--
[13] (2001) TUGENDHAT, Ernst (Ibid): 76
[14](2001) TUGENDHAT, Ernst (Ibid): 76

domingo, 8 de julio de 2018

La refutación del psicologismo en la obra de Gottlob Frege


Unmsm-Flch-Unidad de Posgrado-Doctorado Filosofía
Seminario de Epistemología C-2018-I, 31de mayo de 2018
Profesor: Dr. Carlos Alvarado de Piérola
Alumno: Mg. Leonel Silva Montellanos
Tema: La refutación del psicologismo en la obra de Gottlob Frege:












INTRODUCCIÓN
1)     “(…) Los dos enemigos filosóficos contra los que Frege desarrolla sus teorías son el psicologismo, por un lado, y el formalismo, por otro. El psicologismo es la posición que considera que los significados y los conceptos son entidades mentales privadas; el formalismo es la posición que defiende que los números y las expresiones matemáticas en general no son más que los signos que las representan. El psicologismo y el formalismo eran las dos alternativas más extendidas entre los matemáticos del siglo pasado (XIX) a la hora de explicar la naturaleza de los números (y las entidades abstractas, matemáticas o no, en general). Para los unos, los números –y los significados y conceptos—son ideas en las mentes que los piensan y, para los otros, los números son meros trazos sin contenido. (…) Los Fundamentos de la Aritmética (1884: 20)[1]

2)     “En esta investigación me mantendré en los siguientes principios fundamentales: hay que separar tajantemente lo psicológico de lo lógico, los subjetivo de lo objetivo; el significado de las palabras debe ser buscado en el contexto de todo el enunciado, nunca en las palabras aisladas; hay que tener siempre presente la diferencia entre concepto y objeto. Para seguir el primer principio, he empleado la palabra “imagen” siempre en sentido psicológico y he distinguido las imágenes de los conceptos y los objetos. Si no se tiene en cuenta el segundo principio, uno se ve casi forzado a tomar por significados de las palabras representaciones internas o actos de la mente individual.”[2]
La presente monografía pretende presentar una descripción sintética de la postura sustentada por Gottlob Frege, en tanto le otorga un status de independencia a la lógica, respecto del psicologismo. Este ensayo teórico, presentado para un curso del presente Doctorado, es una revisión de mis propias ideas acerca del tema señalado, que necesariamente se relaciona con mi tema de tesis (una introducción al aporte de Avram Noam Chomsky a la filosofía de la lingüística y del lenguaje).
Señala Frege la inevitabilidad de separar el ámbito lógico (concepto) del psicológico (imagen), el campo de la subjetividad del correspondiente a la objetividad; la necesaria confrontación de la semántica con la sintaxis y la pragmática; la distinción entre los entes (ontología) y los nombres que los designan
  1. “3. Si consideramos la crítica fregueana al psicologismo de un modo puramente sistemático, entonces tenemos que constatar que la misma no es una unidad lógicamente articulada, sino que se compone de diferentes momentos que poseen un relativo grado de autonomía entre sí. Podemos ordenar los argumentos fregueanos en dos tipos, aquellos que apuntan a denunciar una confusión y aquellos que apuntan a denunciar una tesis falsa17. .”[3]
Y Continua:
  1. “Entre los argumentos por confusión están aquellos que exigen una diferenciación correlativa como, por ejemplo, entre questio facti y questio iuris 18, o entre dos sentidos de representación (Vorstellung), subjetivo y objetivo19, o entre ser verdadero y tener por verdadero (Wahrsein─Fürwahrhalten)20, o entre pensar y pensamiento (denken y Gedanke)21, o entre dos sentidos del concepto de ley, normativo y descriptivo22, o entre objetivo y real (Objektivität─Wirklichkeit)23, etc.”[4]
Esta distinción, implica una consciencia que discierne entre la capacidad de contemplación o como él denomina representación sea esta subjetiva u objetiva, así como entre el ser verdadero que estaría en la dimensión del pensar y el “tener por verdadero” que equivaldría a la construcción conceptual que es el pensamiento. Así mismo, se da la distinción entre ley como norma o paradigma y ley como descripción del conjunto de propiedades del ente y la distinción entre lo objetivo –captado por mi atención cognoscente y en esa medida comprendido—y lo real que existe independientemente de mi presencia en su determinado contexto.
  1. Los argumentos por falsedad son básicamente de dos tipos, a saber, los que refutan el psicologismo por sus consecuencias y los que lo hacen por sus presupuestos. Argumentos del primer tipo son aquellos que apuntan a mostrar que el psicologismo necesariamente conduce al relativismo y que este termina negando la condición de inteligibilidad de su propia afirmación24. argumentos del segundo tipo son aquellos que apuntan a mostrar que el psicologismo deriva de una concepción falsa de subjetividad.”[5]
En cuanto a la crítica del psicologismo, se señala que en un caso conduce al relativismo, en tanto el proceso mental individual es considerado como determinante para la definición teórica de lo real, pues si esto es así, cada individuo podrá sustentar su propia definición que será distinta e incongruente respecto de las demás, lo que traería como consecuencia el señalado relativismo. En el segundo caso el error no radicaría en la aplicación de determinado principio o constructo sino en la elaboración de determinado concepto que al estar provisto de un fundamento falso, necesariamente es inválido y conduce al error.
1)     PSICOLOGISMO: FREGE FRENTE A HUSSERL

1)     “Según una interpretación sustentada por Føllesdall en su trabajo pionero sobre Frege, existe una diferencia fundamental en la crítica al psicologismo de Frege y Husserl, pues, en tanto para Frege el psicologismo no es refutable con medios puramente lógicos, para Husserl esto si es posible. (…) En las líneas que siguen me propongo probar,
             1) que Frege no afirma expresamente que el psicologismo es irrefutable;
             2) que, de hecho, Frege ofrece en su texto por lo menos dos intentos de refutación;
             3) que en uno de estos intentos (que es el único con el que, por razones de espacio,      
             hemos de ocuparnos en este trabajo) se constatan similitudes en las estrategias
             argumentativas de Frege y Husserl, pudiéndose establecer un paralelo entre ambas;
             4) que, dado lo anterior, no existe pues, en lo que respecta a la refutación del
             psicologismo, el hiatus entre Frege y Husserl que se ha pretendido.” [6]

Para el autor citado, tanto Husserl como Frege realizan cuestionamientos al psicologismo, siendo ambas construcciones conceptuales el origen de concepciones filosóficas radicalmente distintas (la fenomenología-hermenéutica “continental” y la “analítica” anglo-sajona) Cabe resaltar la cientificidad de la propuesta fregeana a diferencia del idealismo fenomenológico; de la primera se parte hacia un fortalecimiento de la argumentación lógica, clarificada y estricta; de la otra se llega a un discurso que pretende ser ciencia estricta, “ciencia de esencias” pero que ha sido convertida por sus posteriores desarrollos, en un relato poético y retórico. He aquí las diferencias entre ambas escuelas.

2)     “La crítica al psicologismo ocupa un lugar igualmente eminente en las filosofías de Frege y Husserl, (…) nos concentraremos en un momento que no ha pasado desapercibido a otros autores, a saber, que existen al menos dos diferencias entre las críticas al psicologismo de Frege y Husserl, dos diferencias que, en última instancia, pueden resumirse en las palabras claves “idealismo” e “empirismo”. En efecto, por un lado, en tanto que en Frege la crítica al psicologismo aparece vinculada a una crítica al idealismo, no existe en Husserl un vínculo equivalente. (…) por otro, en tanto la crítica al psicologismo se sitúa en Husserl primariamente en el contexto de una crítica al empirismo, esto no sucede en el caso de Frege. Estas dos diferencias apuntadas no son inconexas.”[7]
Cabe señalar que la confrontación entre ambos autores es teórica, didáctica; ambos sostienen discursos filosóficos rigurosos y consistentes: la crítica al psicologismo que ambos autores realizan con sus respectivos matices se da desde el postulado de ser la filosofía, el fundamento metatextual de la investigación científica. Así, tenemos que la crítica de Gottlob Frege al idealismo que sustenta al psicologismo se hace necesaria por la evidente incoherencia entre una racionalidad científica y un discurso filosófico retórico en un sentido peyorativo e inconsistente.

3)      “(…) En un interesante texto de la reseña de Frege a “El problema del infinitesimal” de Cohen, de 1885, Frege escribe en el último párrafo su plena coincidencia con Cohen en el sentido de que el objeto de la teoría del conocimiento (Erkenntnistheorie) no lo constituye el conocimiento como proceso psicológico y, por tanto, que se debe separar radicalmente psicología y teoría del conocimiento. Este texto muestra:

1.       primero, que Frege es consciente del problema del psicologismo como un problema  no exclusivamente lógico, sino parte de un contexto mayor;
2.       segundo, más concretamente, que Frege es consciente de una dimensión propiamente epistemológica del problema del psicologismo
3.       y tercero, que Frege concuerda con el neokantiano Cohen en la
necesidad de combatir el psicologismo en la teoría del conocimiento . (…)”:[8]
Podemos notar, la definición objetiva del conocimiento, en el sentido de que este es un ente de existencia necesaria que reside más allá de las contingencias propias de los procesos mentales individuales. Siendo este el argumento, la consecuencia es que no es la psicología el reemplazo de la gnoseología, sino que esta posee en sí misma justificación y validez. Esto lleva en la argumentación a concluir que no se trata de un mero tecnicismo sino de una fundamentación axiológica y metatextual. Por ello, en un nivel de profundización mayor, se pasa del aspecto gnoseológico (conocimiento) al aspecto epistemológico (ciencia). Si asumimos que el conocimiento epistemológico es intersubjetivo y por ende, demostrable, no hay razón para relativizar las nociones fundamentales que deben sostener estructuralmente la discusión.

II. Psicologismo y antipsicologismo:

Gottlob Frege realiza con su aporte una redefinición de la filosofía que venía desde George F. W. Hegel, arrastrando el lastre del idealismo. Asi, el trabajo teórico asume una legítima racionalidad científica lo cual permite distanciar a la filosofía de campos como la poesía o la creación estética. No está demás recordar que con su obra se inicia el discurrir de la filosofía analítica.

1)    La nueva formulación de la línea demarcatoria entre psicologismo y antipsicologismo I (…)

a.       Frege tiende repetidamente y bajo diversas formas a considerar que el psicologismo es el producto de una confusión, en última instancia, entre lo objetivo y lo subjetivo. (…) Frege llega en GGA a la conclusión de que el idealismo se encuentra en la base del psicologismo, cambia su objetivo y, con él, su modus operandi, preocupándose entonces de poner en evidencia que el curso del pensamiento descripto no es meramente aquel que lógicamente está en la base del psicologismo, sino también aquel que de hecho lo está.(GGA, XIX). M.A.G. Porta – La evolución de la crítica fregueana al psicologismo 118 Veritas, v. 57, n. 2, maio/ago. 2012, p. 99-122 basa en una confusión, la superación del mismo implica entonces introducir una distinción (véase 3.5.)[9]

Si se considera con Frege que en el psicologismo se confunden lo subjetivo y lo objetivo, dicho planteamiento carece de cientificidad, o sea, de rigor conceptual y por lo mismo no sirve como fundamento estricto para un discurso teórico riguroso. Podemos apreciar que a medida que evoluciona en claridad y sentido del método, la crítica de Frege se hace más contundente. Asi evoluciona en la construcción de un sistema que con el tiempo derivará en el positivismo lógico y la filosofía analítica.

b.      Otras veces, Frege critica el psicologismo porque es producto de una circularidad, en tanto presupone lo que, en realidad, cree probar. El argumento antipsicologista consiste en este caso en explicitar la circularidad mencionada (GGA, XIX-XX).

c.       Finalmente, otro diagnóstico del psicologismo reside en considerar el mismo como producto de un presupuesto falso que, en consecuencia, debe ser negado, negación para la cual, eventualmente, se debe argumentar. Este presupuesto falso es el fundamento de un reduccionismo, pudiendo el mismo ser diferente, según cuál sea el reduccionismo en cuestión. El mismo puede referirse al objeto o al sujeto. En la primera categoría se encuentra la negación de la distinción entre objetivo y real; en la segunda, el principio de inmanencia (véase 4.3.). Todas estas estrategias argumentativas ya están presentes (antes de Frege) en los autores que lideran la crítica del psicologismo. Las tres primeras son usuales entre los neokantianos; la última, con cierta variación particular, en Natorp28. La refutación del psicologismo a partir de una crítica del principio de la inmanencia, sin embargo, se encuentra únicamente en Frege29.[10]

Nótese que esta crítica de la circularidad del psicologismo ataca frontalmente el principio “antrópico” de la cosmología contemporánea: el cosmos es tal cual lo apreciamos, precisamente porque estamos aquí para observarlo (Cf. Hawking, S. Historia del tiempo). Por otro lado, tenemos el rigor conceptual que lleva a superar una falsa sustentación, argumentando con fundamento, lo cual nos permite discernir entre falsedad y verdad; ilusión/alucinación y realidad.


2)      “(…) La nueva formulación de la línea demarcatoria entre psicologismo y antipsicologismo II
Son lógicamente posibles y fueron de hecho empleados diferentes criterios para determinar el concepto de psicologismo: (…)
a.       es psicologista todo intento de reducción de la lógica a la psicología30;
b.      es psicologista todo intento de reducción de entidades lógicas a psicológicas;
c.       es psicologista toda posición que conduce en última instancia al relativismo31;
d.      es psicologista todo intento de fundamentación de la lógica a través del “método psicológico” [11]

O sea, si razonamos con Frege no podremos condicionar las leyes objetivas de lo real y del pensamiento entendido como real, a partir de la subjetividad mental que efectivamente tienen libertad de interpretar y opinar más no, de distorsionar las estructuras lógicas de lo existente. Por lo mismo, la psicología en tanto disciplina teórica y terapéutica se ocupa de los fenómenos mentales pero no de la construcción argumental, campo específico de la lógica. Ello, al mismo tiempo, da a ambas disciplinas definición temática, con lo que reafirma el mencionado valor epistemológico y gnoseológico. Esto deja de lado toda arbitrariedad y capricho caótico o azaroso.



CONCLUSIONES

1)     “(…) Frege observó que la noción de número (grande, pequeño o infinito) no tiene fundamento en la intuición (sensible) o en la experiencia, sino que debe ser derivada analíticamente, es decir, utilizando solo “leyes lógicas generales” y “definiciones”. Por esta razón propone la recuperación del juicio analítico y la lógica pura (…) El análisis no es un trabajo infecundo, incluso siendo el desarrollo de una verdad puramente lógica, es decir, incluso aunque se consiga sin recurrir a otros “campos particulares de la ciencia” (2000) D´Agostini, Franca. Analíticos y continentales. Guía de la filosofía de los últimos treinta años, Catedra, Madrid: 256

La importancia que le concede Frege a la reflexión y a las leyes con que esta se hace evidente, es una valoración del intelecto que equivale en otras dimensiones a una valoración libertaria anti-conductista, pues es antireduccionista y supera el simplismo y facilismo de recurrir como justificación al simple sentido común y a la anónima experiencia incapaz de sustentar ordenadamente un discurso racional alturado. La facticidad tiene límites, no puede ser utilizada como elemento que legisle de manera principista sobre las leyes lógicas del pensamiento y la relación de estas con su correlato concreto.

2)     “En Los fundamentos de la aritmética (en Ensayos de semántica y filosofía de la lógica, Madrid, Tecnos, 1997), Frege consigue ofrecer una explicación puramente lógica del concepto de número, y este logro, según su parecer, conseguía identificar a la lógica como la disciplina fundacional de la matemática (por esta misma razón se conoce la perspectiva fregeana con el nombre de logicismo). Pero, ¿qué es la lógica? ¿cuál su ámbito de aplicación? Para Frege, la lógica es esencialmente el análisis de las conexiones entre pensamientos y de la descomposición de los pensamientos con el fin de individuar los pensamientos “simples” que los constituyen. Este análisis contiene un sesgo objetivo (Frege estuvo profundamente influenciado por el “realismo platónico” de Lotze) ya que los pensamientos no poseen una naturaleza mental, psicológica, sino que son entidades autónomas: de otra forma no se podría explicar cómo es posible que nos entendamos, que captemos y compartamos los pensamientos de otro. (…)”(2000) D´Agostini, Franca (Ibid):  256

Con su trabajo, Gottlob Frege, eleva el nivel metatextual de la filosofía despojándola de fantamagorías. Así, luego de siglos de especulaciones teológicas, la “theorein” (contemplación de las ideas) recupera su status discursivo, a partir del cual se pueden establecer definiciones básicas en todos los ámbitos filosóficos y por ello, axiológicos. Así, se postula una dimensión ontológica plena de sentido que nos garantiza el entendimiento y desenvolvimiento racional en el mundo intersubjetivo, pleno de semiosis.








BIBLIOGRAFIA 

1.    (1998) Frápolli, María José-Romero, Esther: Una aproximación a la filosofía del lenguaje, Madrid, Sintesis

2.    (2000) D´Agostini, Franca. Analíticos y continentales. Guía de la filosofía de los últimos treinta años, Catedra, Madrid

3.    (2009) Gonzales Porta, Mario Ariel: ES EL PSICOLOGISMO REFUTABLE SEGÚN FREGE?: Rev. Filos., Aurora, Curitiba, v. 21, n. 29, p. 545-568, jul./dez. 2009, En:http://www2.pucpr.br/reol/pb/index.php/rf?dd1=3449&dd99=view&dd98=pb
           (07/06/2018-01:07 p.m.)LO
3)    (2010) Gonzales Porta, Mario Ariel: PSICOLOGISMO E IDEALISMO EN FREGE Y HUSSERL, Síntese - Rev. de Filosofia V. 37 N. 117 (2010): 57, En: https://www.researchgate.net/publication/305878488_PSICOLOGISMO_E_IDEALISMO_EN_FREGE_Y_HUSSERL (07/06/2018-01: 23 p.m.)

4)    (2012) Gonzales Porta, Mario Ariel: La evolución de la critica fregeana al psicologismo http://revistaseletronicas.pucrs.br/ojs/index.php/veritas/article/viewFile/10270/8800

5)    (2014) Gonzales Porta, Mario Ariel: Crítica al psicologismo y concepción de subjetividad en Frege,Manuscrito vol.37 no.2 Campinas July/Dec. 2014  Epub Nov 21, 2014 http://dx.doi.org/10.1590/S0100-60452014005000002, En: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0100-60452014000200357 (07/06/2018-12:48 p.m.)




[1] (1998) Frápolli, María José-Romero, Esther: Una aproximación a la filosofía del lenguaje, Madrid, Sintesis: 47-48

[2] (1998) Frápolli, María José-Romero, Esther: (Ibid): 48
[3] (2014) Gonzales Porta, Mario Ariel: Crítica al psicologismo y concepción de subjetividad en Frege,Manuscrito vol.37 no.2 Campinas July/Dec. 2014  Epub Nov 21, 2014 http://dx.doi.org/10.1590/S0100-60452014005000002, En: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0100-60452014000200357 (07/06/2018-12:48 p.m.)
[4] 2014) Gonzales Porta, Mario Ariel (Ibid)
[5] (2014) Gonzales Porta, Mario Ariel: (Ibid


[6] (2009) Gonzales Porta, Mario Ariel: ES EL PSICOLOGISMO REFUTABLE SEGÚN FREGE?: Rev. Filos., Aurora, Curitiba, v. 21, n. 29, p. 545-568, jul./dez. 2009, En: http://www2.pucpr.br/reol/pb/index.php/rf?dd1=3449&dd99=view&dd98=pb 
(07/06/2018-01:07 p.m.)LO
[7] (2010) Gonzales Porta, Mario Ariel: PSICOLOGISMO E IDEALISMO EN FREGE Y HUSSERL, Síntese - Rev. de Filosofia V. 37 N. 117 (2010): 57, En: https://www.researchgate.net/publication/305878488_PSICOLOGISMO_E_IDEALISMO_EN_FREGE_Y_HUSSERL (07/06/2018-01: 23 p.m.)
[8] (2010) Gonzales Porta, Mario Ariel (Ibid): 61
[9](2012) Gonzales Porta, Mario Ariel: La evolución de la critica fregeana al psicologismo http://revistaseletronicas.pucrs.br/ojs/index.php/veritas/article/viewFile/10270/8800


[10] (2012) Gonzales Porta, Mario Ariel (Ibid)
[11] (2012) Gonzales Porta, Mario Ariel:

1.1.2 El concepto de teología en Spinoza

 Mis ojos se elevaron al cielo, no dijiste que sin ellos estaría ciego. Iconos que alimentan los fuegos Iconos que caen de las agujas... Sio...