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FOPEP
1. Acracia y Educación
Por definición, el Estado-Nación existe para consagrar y defender la
propiedad privada de los medios de producción, algo que necesariamente deriva
en una sociedad dividida en clases sociales. Así, y más aun, en tiempos
post-industriales y post modernos como los actuales, en el mundo occidental y
globalizado, es la dinámica propia del capitalismo y sus valores los que
determinan las políticas oficiales de los gobiernos y con ello determinan las
políticas educativas. Siendo así, son la economía, las finanzas, y los procesos
de explotación social y generación de riqueza los que invaden el ámbito de la
cultura y la educación.
Lo apropiado, en términos de respeto por los derechos propios del hombre
en lo que respecta a la formación y educación integral consistiría en
implementar genuinas políticas de participación social en la educación,
autogestionarias, determinadas de acuerdo a los contextos concretos, a las
necesidades reales y a las formas culturales existentes, que desde una auto
percepción critica, puedan ser el marco de procesos económicos, sociales y
políticos, plenos de solidaridad, de humanismo, de justicia y tolerancia por la
diversidad. Ello contribuiría a un nuevo contrato social en que la sociedad
civil, organizada en función del trabajo y no de los privilegios, ejerza un
poder socializado con el cual se reemplazarían las arcaicas formas de
organización política (monarquía, dictadura, república democrática) para dar
paso a formas libertarias de organización social, en que la educación, la
formación en valores, la instrucción y la capacitación tengan prioridad, en la
medida en que una genuina sociedad comunista (sin propiedad privada de los
medios de producción de riqueza) y libertaria (sin Estado, ni autoritarismos)
es una verdadera sociedad en que el hombre realiza la historia, desde la
consciencia de la importancia de la cultura y lo más valioso de la tradición.
2. Acracia y Ciencia.
El Proceso educativo debe tender hacia la excelencia y debe ser asumido
en su globalidad responsable e interactuante: implica la autoconciencia acerca
del rol de la ciencia en la sociedad actual. Si el desarrollo material de la
sociedad, nos alcanza diversas opciones filosóficas, científicas, tecnológicas
y técnicas, para desarrollar nuestros proyectos culturales, debe existir
espíritu de consenso en cuánto a cómo procesar una verdadera educación
científica. Quienes lleven a la práctica dicha dinámica evolutiva, no deben
perder de vista la relación tensionante entre teoría y práctica al interior de
dicha dinámica. Un elemento clave será: quiénes se involucren con el trabajo a
desarrollar, deberán dar lo mejor de sí, orientándose a la mayor productividad
y modernización. Se deberá contribuir al progreso de la propia especialidad (en
la profundización teórico-científica, en la aplicación práctico-técnica). Esto
es compromiso con la colectividad y la comunidad. La vital experiencia activa
de aprendizaje, en que la institución y la profesión se desarrollan y elevan el
nivel intelectual y laboral; tanto de docentes, como de estudiantes, habrá de
asumirse entendiendo los espacios de trabajo como centros de aprendizaje,
desarrollando una visión educativa que considere de las tendencias de su
entorno, aquellos elementos que definan su actividad futura.
3. Importancia del Concepto y el Trabajo
Los cambios motivados por las nuevas tecnologías de la información y
comunicación, como las exigencias de la sociedad basadas en el saber, son
inevitables evoluciones dadas en una sociedad que se autodefine como Sociedad
del Conocimiento (en ciencias, artes, sociedad y cultura). En el Siglo XXI, la
transmisión de conocimientos fundamentará las competencias del futuro: la
educación (proceso socio-cultural) formará individuos capaces, audaces e
innovadores con los sentidos en sus proyectos de desarrollo, individuales y
colectivos. La educación superior necesita de renovaciones radicales
permanentes, en un mundo de discontinuidades y rupturas como el nuestro, para
poder trascender las consideraciones puramente económicas, asumiendo así las
dimensiones espirituales más arraigadas. La formación intelectual, moral,
ideológica, espiritual, etc., son esenciales en la construcción de una nueva
sociedad. Quizás las nuevas formas socio-políticas reciban otras
denominaciones; pero el sentido crítico (duda cartesiana, por ejemplo) que el
intelecto proporciona se mantiene como uno de los criterios básicos para
generar individuos y comunidades que interactúen en el diálogo y en la búsqueda
de consensos y referentes comunes de comprensión.
Leonel Patricio Silva Montellanos.
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